jueves, 29 de diciembre de 2011

Sobrenatural.

Yo no te esperaba, ni te ansiaba. Había perdido toda mi vida haciendo cosas que, en realidad no me llevaban a ninguna parte, y esta vez ... ¿ganar? Suena raro decir que te encontré allí, dónde nunca podría haber imaginado encontrarte. Que apareciste para reordenar por completo mi sistema, como llevas haciéndolo desde hace un año. A veces suena extraño decir que el tenerte hoy aquí, conmigo, me hace feliz. ¿Quién sabe cuánto puede durar esta fortuna? A mí ya no me importa porque aposté todo en el momento en el que te besé y te dije que sí. Aposté a que entraras en mi vida, y cambiaras las fichas a tu antojo, como quisieras, a que no sea solamente yo en las mañanas, ni por la tarde, ni por la noche... sino, a que seamos dos, tú y yo, dos personas con el mismo sentimiento, dos seres capaces de quererse. A eso aposté, a que seas mi felicidad, a que seas una parte de mi ser, de mi vida. ¿Y sabes? Ya no me importa perder, sé que contigo gané y sigo ganando... y más de lo que esperaba. Me diste más de lo que pedía, me entregaste tu locura y tus cosas. Hiciste de tus miedos, mis miedos. De tus problemas, los míos. Y de tu alegría, mi felicidad.
 

Y llegaste tú y el mundo se paró.

-Jaja, ¿no es gracioso?
+¿De qué te ríes? ¿Qué es tan gracioso?
-¡Todo! ¿No lo ves? Es gracioso que me preguntes sonriendo, es gracioso que yo hubiera estado a punto de tirar la toalla instantes antes de conocerte y que tú salieras de la nada, con tu sonrisa, tu sonrisa que me encanta, con tus miles de horas de conversación y tus tonterias. Es gracioso la manera en que apareciste y conseguiste hacerme olvidar todo.
+Eso que has dicho es precioso, pero no creo que lo hayas dicho en serio.
-¿Por qué?
+Porque yo no he hecho nada.
-¿Qué no? ¿Quieres saber realmente lo que has hecho?
+Sí.
-Existir.

No quiero que haya un después de ti.

Tu sonrisa. Tu jodida sonrisa. Temblar cada vez que te escucho, sentir la necesidad irremediable de comerte a besos, de sonreír como una idiota, de querer hacer mil planes contigo, de perdernos por ahí y de sentarnos debajo de un árbol a escuchar los pájaros cantar, acompañados de nuestra canción. De simplificar todo a un simple abrazo, a dos palabras, a tres sonrisas, a cuatro ojos. De no decir nada y a la vez decirlo todo. De oler tu piel, de que se erice la mía. De llorar de alegría, de que sea yo la que te seque las lágrimas. De soñar despiertos y darnos cuenta de lo que estamos viviendo. De gritar lo más fuerte posible que te quiero. De tumbarnos en la hierba a mirar al cielo.