sábado, 13 de octubre de 2012

Mi guía, mi horizonte..

La encontré perdida, insegura, buscando su lugar en el mundo. No podría olvidar sus ojos grises, solitarios ni en un millón de años. Me miró y supe que era ella. Bueno, no lo supe, lo intuí. Estaba sentada sola en aquella fría biblioteca con un gorro azul. Hacía frío y llevaba una bufanda enorme enrollada al cuello. Tenía la nariz roja del frío y las manos blancas. No paraba de tiritar. Incluso así estaba preciosa. Os preguntaréis que como supe que estaba perdida e insegura. Sus ojos eran un libro abierto, con tan solo una mirada y una pequeña sonrisa tímida supe que ese corazón suyo había pasado por cosas terribles. 
Me acerqué a su mesa y como un tonto hipnotizado en aquellos profundos ojos grises me senté enfrente de ella. La biblioteca estaba totalmente vacía y ella estaba leyendo "La Caída de los Gigantes" de Ken Follet. Me miró y sonrío con una sonrisa sesgada capaz de llevarme a la guerra con tal de que no desapareciera nunca.
+Hola.
-Hola - me quité el abrigo y lo deje caer en la silla de al lado. Mientras sacaba mi libro le pregunté - ¿Puedo sentarme aquí, contigo? No tengo ganas de estar solo.
+Claro, yo tampoco quiero estar sola.
Tras decir esto suspiró y volvió a retomar la lectura.
-¿Vienes mucho por aquí? Es la primera vez que te veo.
+Casi todos los días estoy por aquí. Seguro que me habrás visto alguna vez, lo que pasa es que no te acuerdas.
Casi sin querer y sin pensarlo le solté el primer intento de ganarme su corazón.
-No. No te he visto en mi vida, sería incapaz de olvidar tus ojos.
Ella levanto la mirada y el rubor se le extendió por las mejillas. Me mostró la más bonita de sus sonrisas.
+Gracias. Yo tampoco te he visto nunca, no creo que me olvidara de ti tan fácilmente.
Al oír esto el corazón me dio tal vuelco que todavía puedo sentir esa sensación de ahogo en mis pulmones.
Me pasé toda la tarde hablando con ella y mirándola leer. Nunca nadie me había enamorado de esa manera.
Empecé a ir todas las tardes a esa biblioteca solo para verla. Descubrí que era una incomprendida, una fanática de las cosas raras y una auténtica apasionada de la lectura. Su corazón estaba hecho pedazos pero me puse como prioridad hacerla feliz. Casi sin darme cuenta me descubrí haciéndola sonreír y dejándome la piel por una sola de sus sonrisas. No sabéis como le brillaba la mirada cada vez que la hacía reír. No os podéis imaginar lo que sentía cuando me agarraba la mano o cuando conseguí su corazón. Nunca jamás dejé que nada la hiciera sentir mal. Acabé con todo y con todos los que intentaron hundirla y me convertí en lo que ella me consideró: su héroe. Era una verdadera friki y una gran soñadora y siempre me decía que yo era el príncipe que la rescató de las manos de los monstruos que no la dejaban vivir. Siempre conseguí que sonriera y he de decir que todas sus sonrisas son espectaculares, pero nunca ninguna será tan maravillosa y tan espléndida como la que me regaló el día de nuestra boda tras aquel "Sí, quiero" Juro que en mi vida he visto nada más bello que ella sonriendo. Y juro que jamás dejaré que deje de sonreír. 
+Estaba perdida, desorientada. No sabía que camino tomar ni a dónde dirigir mi vida...Entonces apareciste tú. Recuerdo que cuando te sentaste a mi lado en aquella biblioteca y sonreíste, el mundo me pareció un lugar mucho más bonito y vi en ti todo lo que andaba buscando. He encontrado mi lugar en el mundo y es aquí, a tu lado. No me importa dónde estés pero prometo vivir siempre a la sombra de tu corazón y llamarlo hogar. No sé como agradecerte todo lo que has hecho por mí, de verdad. Te quiero, eres tan maravilloso que yo...
-Quiéreme.
Y fue mía. Y es mía. Y seguirá siendo mía. 
Puedo garantizar algo y es que nada podría ser más maravilloso y más perfecto que sentir que perteneces a un lugar, que encontraste tu sitio.