Hay días que hasta lo más mínimo me recuerda a ti y siento que me muero, que no puede ser cierto que vaya a vivir sin ti, pero se me pasa al segundo. Sobre todo cuando recuerdo que todo esto, toda la distancia emocional que nos separa la pusiste tú, no yo, al meter la pata tan hondamente.
Es cierto que hay momentos en que un abrazo tuyo habría arreglado muchas cosas, pero he sabido abrazarme a mí misma y darme todo ese apoyo que antes me dabas tú para salir de todo lo malo que me rodeaba. Me he levantado yo solita de todas mis caídas y ahora sí que puedo decir que no dependo de nada ni de nadie que me de "amor" para ser feliz.
Todo este tiempo sin ti me ha servido para darme cuenta de que soy más fuerte de lo que aparento y que para hundirme hace falta mucho.
En resumidas cuentas, lo que quiero decir es muy simple: Ya no hace falta que vuelvas, ya no me muero por verte sonreír, ni por tirarme a tu cuello por un beso. Ya no me dejo el orgullo para que me perdones y me digas que me quieres. Ya no me hace falta todo eso que me dabas, ni me hacen falta tus "buenas noches" para poder dormir.
Ya no te quiero ni tampoco me hace falta que me quieras.