lunes, 10 de diciembre de 2012

Deja de hacerte la fuerte, pequeña.

A veces, luchar no es la solución, y más si por lo que luchas ya no funciona. Ya ha muerto. Es una causa perdida y tú, al igual que yo, también lo sabes.
Estás sufriendo, haciéndote la fuerte por fuera pero muriéndote por dentro. Sintiendo como todo lo que haces, todos los esfuerzos que estás poniendo, no sirven de nada. Se derrumba. Una vez más.
Y yo te entiendo. Te entiendo muy bien. Sé lo que es levantarse con la certeza de que nada ha cambiado, que todo sigue igual, pero con la esperanza de que las cosas cambien. De que vuelva y te abrace. Que te diga que te quiere a ti. Solo a ti. A ninguna otra.
Luchando constantemente porque no se vaya, pensando que las cosas no pueden ir a peor, que si sigues un poco más, quizás todo cambie...Pero no. Las cosas siempre pueden ir a peor y si algo he aprendido de todo esto, es que si sigues un poco más, el final duele el doble, porque te faltan las fuerzas para alejarte. Te sobran ganas y te faltan razones. Pero a pesar de todo, lo sigues queriendo. Sigues pensando en el principio, lo diferente que eran las cosas, lo bonito que parecía todo. Y mira dónde estamos. Medio muertas, dejándonos la piel por una causa perdida, sufriendo en silencio las consecuencias de nuestros actos y sonriendo como si nada. Porque podemos, porque somos fuertes. O porque eso es lo que queremos aparentar. Porque en el fondo, no podemos, no somos fuertes. Somos débiles, de cristal. 
¿Y sabes lo que pasará si continúas así, luchando por algo que jamás volvería a ser lo mismo por mucho que quisieras? Que terminarás cansada, agotada. Derrumbada. No te quedarán más ganas de amar en la maleta y tendrás que salir a buscarla, sin ganas, sin tiempo. Guárdate un poco de ese amor que tienes, de esas ganas de ser feliz insaciables, y si tantas ganas tienes de luchar, ponte la meta en otro lugar, en otra causa. No tiene porque ser una persona. Pueden ser muchas más que te necesitan. 
No acabes con el poco suministro, que por desgracia, la raza humana tiene para poder amar. Si él no sabe ni lo que quiere y tú sigues poniéndote en bandeja, lo único que lograrás es que la mayor afectada seas tú. No sigas más, pequeña, por favor. Te he visto sonreír y, sabes, me encanta tu sonrisa. La verdadera. La que muestra a una persona inigualable, feliz. Pero, ya apenas la veo. La verdadera, digo. Porque la otra, la que pones para que todos piensen que eres muy fuerte, yo no me la creo. Se te ve la tristeza en los ojos. 
Además, siempre te he considerado fuerte, y no digo que no lo seas, pero, a veces, lo que realmente necesitamos es dejar de serlo por un tiempo. Derrumbarnos, desahogarnos, explotar de una vez por todas. 
Yo he tirado la toalla. Ya sabes, lo locamente enamorada que he estado y que sigo estando, pero esta vez, la solución es dejar ir lo que quieres, lo que amas. Para que sea feliz con quién realmente quiere. 
¿Duele? Duele mucho, tú lo sabes. Cómo dientes en el alma; puñales en el pecho.
Pero es la única salida y si eso es lo que me toca, pues mira, hacía adelante. 
Saldrás de esto, pequeña. Pero, antes tienes que dejar ir, dejar el pasado atrás, el futuro te reclama. Deja de hacerte la fuerte, que suficiente has aguantado ya.