domingo, 4 de noviembre de 2012

Miento, si te miro a los ojos y te digo que me arrepiento.

-Ven conmigo. - Le cojo de la mano y lo meto en mi habitación. Cierro la puerta, y sin esperar nada, me tiro en sus brazos.
+¿No íbamos a guardar las distancias por un tiempo? 
Le abrazo muy fuerte y siento que el tiempo se para.
-Te he mentido. No quiero separarme de ti, es más, no es que no quiera, es que no puedo. Lo he intentado y lo único que he sentido es soledad. Los días han sido interminables sin hablar contigo, sin verte, sin abrazarte. Sin besarte. No me dejes sola, por favor. Quédate conmigo, al menos esta noche. Si después de hoy prefieres alejarte de mí para siempre, lo entenderé y te dejaré ser libre para siempre.
+¿Quieres que me quede aquí? ¿En tu habitación?
-¿Qué pasa? ¿No quieres dormir conmigo?
+No es eso. Es que si me quedo, no vas a dormir. No voy a dejarte dormir en toda la noche. ¿Qué clase de estúpido podría estar a tu lado y no querer arrancarte todas las capas de ropa que llevas encima? Desde luego, yo no lo soy, así que si me quedo, ten cuidado con las consecuencias, porque no pienso hacerme responsable si pierdo el control.
Sonrío, levanto la cabeza y miro fijamente sus ojos. Sin perder un solo segundo le beso y empiezo a quitarle la camiseta.
-Pues entonces no perdamos más tiempo y recuperemos todo el que ya, por desgracia, hemos perdido.
Empieza a reírse con una risa suave, y con toda la firmeza que le queda me quita el vestido y me empuja a la cama.
+¿Cómo quieres que sea? - pregunta, mientras con una mano se desabrocha el pantalón. Nuestros labios a un suspiro de juntarse.
-Mío.