A veces me doy cuenta de que la vida me ha jugado una mala pasada. Se ha reído de mí a mis espaldas. Aposté todo, mi vida, mis sueños, mis ilusiones, y lo perdí. Lo perdí todo en un juego que estaba amañado desde el principio, pero no me arrepiento. Volvería a perderlo todo si pudiera abrazarte, solo abrazarte, otra noche más. He luchado con uñas y dientes por una causa más que egoísta. Solo he pensado en mí, en lo que necesitaba, en lo que quería, lo que me hacía feliz. Pero nunca pensé en ti. Nunca pensé en como te sentirías, en como estarías más contento, con quién serías más feliz. Me pasé de egoísta y por lo tanto, te he perdido. Reglas de la vida, consecuencias del destino, que se yo. Lo único que sé es que te he querido siempre, te quiero ahora, te querré mañana, tal vez. No puedo arrepentirme de nada, ni si quiera, de haber fallado. Si tuviera la oportunidad, la mínima oportunidad, volvía a arriesgarme. Me arriesgaría a quedarme destrozada, tocada y hundida para los restos, pero lo habría intentado. Habría intentado lo imposible solo por volver a mirarte a los ojos y sentir que lo demás no importa. En fin, que vueltas que da la vida. Si hubiera sido menos egoísta, si me hubiera portado bien desde un principio, quizás las cosas ahora serían diferentes. Quizás ahora mismo estaría dormida a tu lado, abrazada a ti y pensando que hacer durante el día, no en como sobrellevarlo sin ti.
Me he equivocado, pero no dudes jamás, ni por un solo instante, ni por una milésima de segundo, que no te quiero. Eso nunca. Jamás podrás ni si quiera imaginar cuanto has significado en mi vida.