Me he dado cuenta de muchas cosas a lo largo de este interminable tiempo sin ti.
Una de ellas es que sin ti el tiempo se hace inmenso y las horas parecen años. He de decirte que desde que, dejamos aquella pequeña pero intensa historia de amor, he salido cada noche buscándote, buscándome. Intentando encontrarte en nuestros lugares y cada vez que pasaba he podido recordar cada una de las sonrisas, de los besos, de las risas, de los abrazos y de los incontables ''te quieros'' cómo si lo estubiera viviendo en ese preciso instante. Pero al final acabé cansándome y comenzé a odiarte. Te odié mucho. Muchísimo, diría yo. A raíz de eso empezé a salir todas las noches, pero no ha buscarte, si no a conocer a otros. Tantísimos otros. He besado a tantos hombres que perdí la cuenta hace muchísimo tiempo. Cada noche uno distinto. Labios nuevos. Todos han pasado por mi cama, por mis sábanas, que no hace mucho, mantenían intacta tu fragancia. ¿Y sabes qué he podido sacar de todas esas noches? Que ninguno me ha besado como tú. Ninguno me ha hecho sentir ni lo más mínimo al desnudarme. Nada. Vacía por dentro y por fuera. Te he estado buscando en cada uno de ellos. Extrañándote en cada caricia. No encontré nada parecido a ti.
Así que decidí dejar de buscárte de esa manera e intentar olvidarte. Es difícil, pero no imposible.
Sé que eres feliz con otra. Otra que te da todo eso que yo no conseguí darte, aunque te puedo asegurar que lo intenté con todas mis fuerzas.
En fin, pero ya sabes que las cosas no siempre salen cómo uno quiere que salgan, aún así puedo decirte que si por cualquier cosa las cosas se difurcan, los caminos se tuercen, ya sabes dónde estoy. Dónde siempre.