"El amor está en el aire" Eso dijo mi madre, mientras yo lloraba desconsoladamente en mi habitación hace tantísimos años. "Eres joven. Volverás a respirar ese aire celestial y volverás a sentir esas mariposas en el estómago" Y en ese momento, cuando mi madre dijo eso y salió de la habitación pensé que se había vuelto loca. ¿Cómo podía decirme algo así? ¿Ella que sabía que mi vida, mi mundo, todo lo que yo conocía estaba relacionado con él? Él que me había hecho tanto daño y me había dejado sola cuando más falta me hacía. Tal vez la que se había vuelto loca era yo. Estaba ciega, lo reconozco, no veía más allá de mi corazón. Eso acabó conmigo. Pero, esa noche entendí muchas cosas. Entendí que yo era más fuerte de lo que pensaba. Unas cuántas lágrimas no iban a acabar conmigo. Pero seguía pensando que mi madre se equivocaba. ¿Cómo podía volver a enamorarme si había dado todo por una persona que me había fallado cuándo menos me lo esperé? ¿Cómo iba a volver a mirar a los ojos a alguien y sentir que mi vida le pertenecía? Esa noche fue eterna, la recuerdo perfectamente. Esa noche y todas las que vinieron durante ese mes. Me costó pero salí. Pero ¿sabéis? Era una cría. ¿Cuántos años tendría? ¿Dieciséis, diecisiete? No entendía el mundo por mucho que quisiera. Tenía muchas leyes y muy pocas obligaciones. Me vida se resumía a sus llamadas. Pero estaba enamorada. De verdad. Incluso ahora, después de tantos años sé que era una cría, pero una cría con las ideas claras. Sabía que las cosas no estaban bien, pero seguía luchando. Porque pensaba que algún día, cambiarían, pero ahora entiendo que las cosas ya estaban muertas. Sin embargo hasta hace poco no me he dado cuenta de que mi madre tenía mucha razón cuando me dijo aquello. Lo he entendido hace unos segundos, cuando te has sentado en frente mía y me he perdido en el azul de tus ojos. Me ha dado un vuelco el corazón. Y recuerdo que la última vez que me paso era una niña. Desde ese día no volví a buscar el amor. O bueno, sí. Sí lo busqué. Pero me cansé. Y ahora, que estoy tan tranquila, que las cosas me van bien, apareces. No sé de dónde has salido, pero no me importa. Cierro los ojos e inspiro el aire que hay entre nosotros y lo reconozco. Esa sensación. Ese aire infernal que solo puede significar una cosa. Los abro y ahí estás tú, mirándome con esa increíble sonrisa.
+¿Quieres un café? Yo invito.
Mi corazón se vuelve loco.