Hoy sí. Hoy lo hago. No hay vuelta atrás. Se acabaron las lágrimas, los malos días y toda esa mierda que viene persiguiéndome desde hace unos meses. Tú has querido cambiar, ¿por qué, entonces, no iba a hacerlo yo? Es lo justo. Tú quieres libertad, ser independiente, hacer lo que quieras y vivir. Y yo lo que quiero es...Lo que quiero es estar a tu lado. Que seas mío. Que me quieras como siempre, que me abraces y me des besos cada cinco minutos. Que me digas al oído que me quieres como has hecho hasta hace poco. Seguir siendo lo mejor. Cómo está escrito en mi anillo. Ese anillo que tú me regalaste porque querías, porque te apetecía. Porque lo sentías. Porque me querías. Puedes decir lo que quieras, justificarlo como te de la gana. Pero yo sé que ya nada es lo mismo, y que quizás mañana, o como muy tarde, dentro de una semana, esto se acabe. Y visto lo visto, no me extrañaría. Así que me niego a llorar otra vez, a rebajarme. Yo no voy a cambiar. Ni por ti, ni por nadie. Pero hoy las cosas van a ser distintas. Hoy me voy a arrancar el corazón y a destruirlo. Así nadie va a poder robarlo ni hacerle más daño. Se acabaron las tonterías.