Vosotros no lo habéis visto, no lo habéis sentido. No sabéis lo que es tener sus ojos azules a escasos centímetros de los tuyos. Sus manos por todo el cuerpo, su corazón latiendo al mismo ritmo. No, no sabéis lo que es eso. Entonces, perdonadme que discrepe, pero no sabéis lo que es contenerse, mandar al autocontrol a tomar viento y pensar "Mañana me voy a arrepentir de esto, pero mira, ¡que le den! Ahora es mío, así que a callar, conciencia" Porque era mío, él lo decía, "Ponte celosa, tienes derecho, porque soy tuyo" y después de esto sonreía como si tal cosa, y yo le creía. Porque era mío, por lo menos a mis ojos. Y así lo siento.
Se reía y no sabéis como le brillaba los ojos, pero cuando recordaba que yo le pertenecía a alguien más, ese brillo desaparecía y su sonrisa se volvía forzada. No, yo no quería ni quiero verlo así. A mí me gusta cuando sonríe, cuando me espera, cuando me da la mano y me cuenta mil paranoias de esas antiguas, que te rayan la cabeza y te hacen preguntarte, "Pero este tío, ¿cómo cojones puede saber tanto?" Es increíble, una biblioteca andante, como se suele decir. Eso me encanta, porque siempre aprendo algo nuevo. Pero sobre todo, seamos sinceros, me gusta cuando pierde el control, cuando susurra y cuando la pared se convierte en el único punto de apoyo para nuestros cuerpos. Por desgracia para mí por mucho que me encante, ahora mismo no puedo dejarme llevar del todo, no cuando hay otra persona ahí, dando vueltas por mi pecho y por mi mente. No es justo hacerle tantísimo daño a quien menos se lo merece.
No puedo culparte cuando dices que no puedes controlarte, que no puedes dejar de insistir cuando estoy contigo. No te culpo, porque cuando tú te acercas yo no me aparto. Te tiras a mi cuello y yo te sigo el juego. Voy a ser tu perdición, pero tú vas a ser mi condena. No podemos seguir dándonos tanto, uno de los dos acabará muy mal parado. Aunque el verdadero problema es que si intentas alejarte voy a ir a buscarte y terminaré encontrándote. ¿Me buscarías tú? Creo que sí. El autocontrol no es lo tuyo y sé que llegará el día en que en uno de nuestros juegos con fuego, nos quememos hasta tal punto que ninguno de los dos sea capaz de parar. Será el día en que yo diga no y tú digas sí. Y contra eso ya no puedo luchar.
Sé que vas a leer esto, siempre lo haces, así que te pregunto yo a ti, ¿vas a dejar de jugar con fuego o vas a arriesgarte hasta que te quemes y me arrastres a mí contigo?