martes, 22 de noviembre de 2011

Maldtia sea mi suerte; maldito sea el día que te fuiste.


Y voy a por ese libro que tanto me encanta. Que tanto te encanta a ti.
Lo abro por la misma página de siempre; la que está un poco más haya de la mitad, la número 261.
Esa que habla de todo lo bonito que es el amor, y de lo único que es todo esto.
Esa que te cuenta que los para siempre existen de verdad, sí, esa.
Maldita sea mi suerte, cada vez que lo abro, lloro. Me acuerdo de aquel día, me acuerdo de tus besos, de tus caricias, de tu sonrisa. Me acuerdo de ti.
Parece que fue ayer cuando me dijiste adiós. Cuando te despediste para siempre de mí.
No me creo que ya hayan pasado dos años. Dos putos años sin ti.
Y en todo este maldito tiempo lo único que he hecho ha sido pensar en ti y llorar.
Y leerme siempre el mismo libro. Hasta que llego a esa página, a esa maldita página.
Esa página que me trae tantos recuerdos, que me hace volver a escuchar tu voz en mi cabeza una y otra vez releyendo las mismas frases: ''Estaré junto a ti tanto como duren nuestras vidas'', ''Está allí, inalcanzable. Allí donde sólo llegan los enamorados.''
No soy capaz de leerlas, no soy capaz siquiera ni de contener el llanto.
Entonces cierro el libro, con impotencia, me tumbo en la cama y no dejo de llorar hasta que mis ojos se cierran.
No se vivir sin ti.
Y cuando me despierto, vuelvo a coger el libro y vuelvo a empezar. No aprendo.
Y así, pasa mi vida. Recordándote y leyendo un libro hasta que llega a cierta página y me pongo a llorar.
Cada día igual, cada segundo.
Aunque todavía guardo la esperanza de que el teléfono suene y seas tú, que me echas de menos.