Así que, como no, me enamoré del más difícil. Del que ya tenía su vida resuelta, con ella.
Y jugué sucio. Siempre he sido muy egoísta. Nunca me ha importado lo que el resto quisiera, solo importo yo.
Él me dejó seguir. No se apartó, así que la culpa no solo la tengo yo.
Y aquí estamos yo, mis ganas de hacerlo mío y él.
Alargo la mano y le acarició el pelo. No se aparta, y me mira confuso.
De repente, así sin más, se me ocurre algo. Algo muy egoísta. Le tomo de la mano y lo llevo al callejón más oscuro de la ciudad. Él se deja guiar sin replicar. Sabe lo que quiero, sabe lo que busco. Sabe lo que siento.
Me dejo caer en la pared y agarrándolo de la americana lo acerco a mí.
-No sé si esta bien lo que voy a hacer, pero voy a hacerlo. Porque quiero.
Y sin darle tiempo a contestar lo beso. Lo beso acercándolo más hasta que noto su corazón tan acelerado como el mío.
Me retiro un poco y percibo todo lo que está sintiendo en sus ojos azules. Es una afirmación.
Sin esperar nada más le desabrocho el botón del pantalón con manos temblorosas.
Al notar el temblor de mis manos, las aparta y me levanta la barbilla con una de sus fuertes manos.
+Te quiero. Quiero estar contigo. Siempre.
No se porque al escuchar esto me asusto y vuelvo a besarlo para que no pueda seguir hablando.
Después de lo que pasó aquella noche y de todo, desaparecí. Nunca volví a verlo.