A ti que te cabreas cuando ella te reclama que la quieras un poco más, que te alejas cuando ella lo único que quiere es un poco de atención. Cuando te dice "te quiero" y no le contestas...¿A qué juegas? ¿Qué coño estás esperando para hacerle caso? ¿Por qué, si tanto la quieres, no se lo demuestras todos los putos días? No sé que es lo que estás esperando o que ostias te pasa por la cabeza cuando la ves llorar y ni siquiera mueves un puñetero dedo para abrazarla. Cuando vienes y me dices que estás hasta los cojones de sus celos y de sus ganas de pasar tiempo contigo, me entran ganas de pegarte un puto puñetazo y romperte esa maldita cara de gilipollas que tienes. La vas a perder y luego te vas a arrepentir todos los días de tu maldita existencia. ¿Qué como lo sé? Porque yo también era un maldito ignorante y un completo subnormal. Ella estaba ahí, para mí todos los días, esperando a que le diera un beso a que la llamara o a que simplemente le sonriera. ¿Sabías que hacía yo? La ignoraba. Cuando se enfadaba con solo decirle "ven" ella venía. Me adoraba. Pero hasta el corazón más enamorado se cansa de sufrir. Y ella se cansó de mí. Se fue cuando menos lo esperaba y yo, que la quería, la quería más de lo que imaginaba, me encerré en mi mundo. Me hartaba de porros todas las putas mañanas con tal de evadirme de mi vida. La seguía a escondidas y descubrí que, sin mí, sí que podía. Era más feliz sin mi que conmigo y me sentí lo peor del mundo. Poco después descubrí que había conocido a otro. Otro que yo conocía...Otro que no es, ni más ni menos, que tú. Tú que tienes la maldita suerte de tenerla para ti y de hacerla tuya todos los días. No te guardo rencor por llevártela, porque tú no me la quitaste. Yo la perdí. Vienes a mí pidiéndome consejo o quejándote de ella sin ni siquiera imaginarte cuanto la amo. Cuánto la he amado y cuanto la seguiré amando. No la he olvidado y tampoco creo que pueda. Ella ya ha sufrido mucho por mi culpa, no se merece que tú, un completo imbécil por lo que veo, le haga más daño. Vuelve ahora mismo con ella y pídele perdón por todo lo que le has hecho y por todos esos malditos momentos de soledad que ella pasa. En tu perdón, que vaya un poco del mío. Que cuando te perdone, involuntariamente, me esté perdonando a mí también. Porque te va a perdonar. Porque te quiere. Porque tú la escuchaste cuando yo la ignoraba. Tú la abrazaste cuando yo huía de sus momentos de soledad. Tú te la ganaste y es justo que sea tuya, pero, te lo juro por todo lo que quiero, cómo la vea otra vez sola, llorando y sin ganas de sonreír, te parto la cara. Con que yo le rompiera el corazón tuvo suficiente. Yo ya he asumido que no me la merezco y que todo esto me lo he buscado yo solito. También pienso que tú tampoco te la mereces, pero mientras sea feliz a tu lado, me doy por satisfecho. Ve, búscala y hazla reír que yo ya no puedo. Dile que es una princesa y el brillo de sus ojos azules llegará a la luna. Cuando agache la mirada y sonría tímidamente mientras se atusa el pelo, sabrás que es tuya. Ella nunca te hará daño por mucho que tú se lo hayas hecho a ella, jamás te hará dudar de su amor, porque ella nació para amar. Y para ser amada. Así que corre que todavía no es tarde. Corre y recuerda que ella es una joya. Siempre será superior a nosotros dos, completos malnacidos, que solo sabemos quejarnos.
Hazla feliz por mí, que mientras ella sonría, el resto del mundo me importa una mierda.