lunes, 22 de octubre de 2012

Recuerda: Eres mío.


Capítulo 1:
Era verano cuando lo vi por primera vez. 
Nos chocamos al doblar la esquina, yo iba escuchando música y él jugando con el móvil. Llevaba una gorra de visera plana y la música a todo volumen. Era rap. Con el encontranazo, su móvil fue a parar al suelo.
+¡Eh! Más cuidado por dónde andas, que me vas a matar - dijo él, recogiendo el móvil del suelo.
-Lo siento...Iba despistada, perdón - susurro, muerta de vergüenza.
Él levanta la cabeza y nuestras miradas se encuentran. Siento una descarga eléctrica, ya que sus ojos, parecen de todo menos humano. Negros como el carbón y con una mirada tan intensa que podría derribar hasta al mismísimo demonio. 
Se queda mirándome fijamente y siento como una especie de deja vu. 
Sin darme cuenta de lo que hago, aparto la mirada y salgo corriendo como una flecha.

Ese fue el primer día. Desde entonces, nos hemos encontrado en todas partes.
Hoy, cinco meses después de ese choque tan inesperado, hago una pequeña de recopilación de todo lo vivido hasta ahora, y me doy cuenta de que no hay ni un solo día que no lo haya visto. En el instituto, ya que está en la clase de al lado, en la biblioteca, el parque, las tiendas que suelo frecuentar, e incluso en mi calle. Hace unos dos días lo vi en la acera de enfrente de mi casa, mirando hacia mi ventana, inmóvil. Eran casi las once de la noche y hacía un frío insoportable. Él estaba ahí, quieto. Me da miedo, porque eso no es lo peor. Lo peor es que yo estoy haciendo lo imposible por volver a encontrarme de frente con él y aclarar algunas cosas. Le sonrío cuando lo veo, aunque él no me devuelve la sonrisa, pero me sigue con la mirada, incluso cuando ya me ha perdido de vista. Lo busco a la salida, si lo veo por la calle, lo persigo, hasta que inesperadamente, desaparece. Y hoy, por quinta vez en esta semana, he vuelto a soñar con él. Lo más grande de todo esto, es que empiezo a sentirme atraída por alguien que podría estar loco, o como menos, podría ser peligroso. Porque estoy segura de que lo es, pero no tengo miedo. Al contrario. Cuando está cerca, me siento segura. 
Hoy mi padre me ha dejado antes en el instituto, porque tiene que ir a hacer "no-se-que-cosas-importantes"  
Entro al edificio y voy directa hacía mi pasillo. Subo las escaleras...y de golpe y porrazo me lo encuentro sentado en uno de los bancos. Las luces están totalmente apagadas y no hay ni un alma. Dejo las luces tal y como están, pues supongo que si él no las ha encendido es porque le gusta estar así. Vaya, parece que le gusta la oscuridad. Otro dato más que guardar de mi misterioso compañero.
-Hola - le digo, parándome enfrente de él, dejada caer en la pared. Me da miedo sentarme a su lado.
Levanta los ojos de su inseparable móvil y me mira como si no me hubiese visto entrar, cuando ambos sabemos que no es verdad.
+Hola.
Sin más espera, decido empezar una conversación, ya que de esta manera quizás pueda sacarle el porqué me mira tanto y el porqué nos encontramos en todos sitios.
-¿Cómo te llamas? - Menuda gilipollez. Pero es cierto, no sé su nombre y una parte de mí, le gustaría saberlo.
+No te interesa.
¡Zas! La primera en toda la frente. Es un borde de narices.
-Ah, bueno. ¿No quieres saber cómo me llamo?
+Ya sé como te llamas, Alexandra.
Eso no me lo esperaba. Pero bueno, no tiene porque significar nada, se lo podría haber dicho cualquiera ¿no?
Me dejo de tantos jueguecitos y de tanto andarme por las ramas y voy directa al grano.
-¿Te has dado cuenta de qué últimamente nos vemos en todos sitios y a todas horas?
Sonríe y aparta el móvil. Se cruza de brazos y me mira fijamente. Vaya, parece que ahora si que me hace caso.
+Casualidad - Dice, como si tal cosa y sonríe. Su sonrisa es extraña, parece decirme "¡PELIGRO, PELIGRO!" Ignoro su "pequeña advertencia" y mirándole fijamente, sonrío.
-No lo creo.
De repente se levanta y se pone en frente de mí. Es un poco más alto, pero nuestras narices están a cinco centímetro de tocarse.
+Está noche he soñado contigo - susurra, cambiando de tema.
Yo, por algún extraño motivo que no llego a entender, le sigo el juego.
-¿Ah, sí? ¿Y qué has soñado?
+Creo que no te gustaría saberlo - sigue susurrando y su mano, que hasta hace un segundo tenía a los lados de su costado, me acaricia la mano - Digamos que en mis sueños estabas bastante ligerita de ropa.
El aire se me atraviesa en la garganta y soy incapaz de emitir sonido alguno. Mis ojos, fijos en los suyos.
Y sin embargo, aparta su mano de la mía, y apoya las dos en la pared, a escasos centímetros de mi cabeza. Su voz cambia de tono y sus ojos emiten señales de advertencia.
+Escuchame bien; no te ilusiones conmigo. No estoy a tu alcance ni al de nadie, y por el bien de los dos, será mejor que olvides todo lo que ha pasado y sigas con tu vida de siempre - Su voz se vuelve ronca, y yo muevo la cabeza en señal de negativa. Necesito respuestas - Sí, vas a hacer lo que yo te diga, porque verás, no soy un chico bueno. Eres lo suficientemente lista como para haberte dado cuenta de ese pequeño detalle. Si te miro tanto es porque, realmente, eres digna de mirar. Y si no hubiera tanto que nos separa, ahora mismo te besaría y escaparía contigo. Y todo sería más fácil, porque yo estoy...¡Mierda! 
Se ha dado cuenta de que ha hablado más de la cuenta y además el pasillo empieza a llenarse de los murmullos de la gente, que pronto, entrarán en este mismo pasillo.
No me creo lo que ha pasado y me convenzo a volver a respirar, porque ha pasado algo. He notado algo dentro, una especie de "click" de algo que se ha puesto en su lugar al reflejarme en esos oscuros ojos. 
Él hace un ademán de coger la mochila y marcharse, pero yo, necia de la vida. Lo detengo por el brazo.
-Antes de este verano, tú y yo nos hemos visto antes. No sé dónde, pero nos conocemos.
Él abre mucho los ojos y por un momento pienso que va a soltar esa mochila y me va a abrazar. Sin embargo, mueve la cabeza negativamente y de un tirón se suelta de mi mano.
+Tú y yo no nos hemos visto antes. No nos conocemos de nada.
Y antes de que me de tiempo a replicar algo, a decirle que vuelva o a intentar solucionar esta discusión extraña que hemos tenido, él da la vuelta a la esquina y se marcha.
Y yo me quedo así, sola en un pasillo que poco a poco se va llenando de gente. Por primera vez desde que lo vi, me siento insegura.