Por tu sonrisa. Por tus ojos. Por el amor y todas esas drogas. Por cuando apareciste aquel día, cambiándolo todo. Por vivir contigo. Por no dejarte dormir. Porque tú no me dejes a mí. Por perderme en la comisura de tus labios. Por destrozar la cama. Por romperte las medias. Por romperme por dentro cuando no estás. Por empotrarte contra la pared cada vez que te muerdes el labio. Por perder los estribos cuando me acaricias. Por oírte gemir cada puta madrugada. Por ese suspiro que se te escapa y que yo me muero por aprisionar para siempre en mi memoria. Por el sonido de tu risa. Por las veces que mueves el pelo y me desorientas. Por acariciarte bajo la mesa. Por desayunarte, almorzarte, merendarte y cenarte. Por destrozarnos los labios. Por arreglarnos la vida. Por tus miradas de peligro. Por matar por ti. Por morir por ti. Porque me arañes la espalda y me muerdas el hombro. Por perderme en tus clavículas. Por saberme de memoria todos tus lunares. Por ver tu culo andar por mi pasillo. Por desnudarte sin prisas. Por desnudarte a mordiscos. Por el efecto demente que me causan tus piernas. Por hostiarme al llegar a tus caderas. Por vivir ebrio de ti. Por necesitarte como una droga. Por ser mi tipo perfecto de heroína. Por ser mi reina. Por ser mi ruina. Por ser mi salvación. Por ser mi condena. Por ser tu esclavo. Por ser tu dueño. Porque seas mía. Porque eres mía. Por despertarte a besos todas las mañanas. Por darte las buenas noches a golpe de cadera. Por las veces que nos bebimos a sorbos la luna. Por las noches en vela, pensando en ti. Por ser la solución a todos mis problemas. Por quererme. Por seguir ahí. Por no haber salido corriendo cuando las cosas se pusieron difíciles. Por no abandonarme cuando estaba insoportable. Por ti. Siempre por ti. Por mi. Por los dos. Por un nosotros. Porque te quiero.