+Esto no puede ser...
-¿A qué te refieres con eso?
Me miró con esa mirada suya tan provocadora en la que sus irresistibles ojos verdes brillaban de una forma muy poco natural mientras me empujaba contra el tronco del árbol más próximo.
Llovía.
+A esto. A lo que está pasando entre tú y yo ahora mismo. No deberíamos estar haciendo esto.
-¿Tienes miedo?
+No es eso a lo que me estoy refiriendo...
-Repito: ¿tienes miedo?
Lo miré. ¿Estaba de broma? ¿Miedo? Eso era justamente lo contrario a lo que sentía ahora mismo.
+No.
Se acercó más y me agarró por la cintura. Estaba a uno o dos centímetos de su boca.
Sus ojos verdes brillaron con un brillo diferente. Arrebatador.
Su pelo rubio estaba totalmente mojado y le caía dos mechones sobre sus ojos, pero no llegaban a taparselos. Estaba guapísimo. Y sexy. Muy sexy.
Sonrió con una sonrisa de suficiencia y con una pizca de picardía que hizó que me zumbaran los oídos y me temblaran las piernas de una forma incontrolable.
-Deverías tenerlo.
Y lo hizó. Supero la barrera que nos separaba y me besó.
Bajo la lluvia.
Cuando se separo no me lo podía creer.
+Esto es imposible.
-Solo si realmente crees que lo es.
Estaba empapada pero me daba igual.
Lo volví a mirar y sonreí.
Lo besé. No quería que esto llegara a parar.
No podía parar.