sábado, 9 de febrero de 2013

Princesas del siglo XXI

Las princesas siempre andan bien peinadas, con la cabeza alta para que no se le caiga la corona, los tirabuzones rubios ondeando al viento, los vestidos largos hasta el suelo. Las princesas siempre contestan a todo con una sonrisa sin importar lo que les digan. Las manos siempre enguatadas y los ojos enmarcados en pestañas larguísimas que se mueven con coquetería a la mínima insinuación. Las princesas llevan tacones de cristal que pierden en las escaleras a las doce de la noche. Las princesas esperan siempre la llegada de un príncipe azul que, casualmente, siempre aparece.
Que concepto de princesa más aburrido. Yo tengo otro mucho mejor.
A las verdaderas princesas les da igual si van bien peinadas o si tienen los pelos como una loca. Siempre llevan la cabeza alta, pero para que no se les caiga el gorro. El pelo largo o corto, da igual, pero siempre peleando con el viento porque se nos viene a la cara. De vestidos nada, vaqueros y sudaderas anchas. Las verdaderas princesas responden a todo con una respuesta que deje sin palabras, irónica, inteligente. Guiño de ojo y media vuelta.
Los ojos pintados disimuladamente para que resalten poco. Las princesas de verdad no quieren insinuaciones: o te lanzas o te lanzas. Los tacones de cristal eran demasiado incómodos, así que converses que si se pierden, recorremos medio mundo en su busca. Las princesas no acuden a bailes estúpidos, ellas se quedan en casa jugando con la consola. Y lo más importante: las princesas de verdad no esperan a un príncipe azul que no llega nunca. Se lanzan a su búsqueda y besan a miles que se convierten en sapos. Las princesas de verdad acaban enamoradas hasta las trancas del malo del cuento.
Y luego os preguntáis el porqué no encontráis una princesa, pero siendo sinceros, ¿qué tipo de princesa estabais buscando?