martes, 20 de agosto de 2013

Hello.

Llevo tiempo sin aparecer por aquí, sin escribir. Pero nada, que sigo viva. Y que estoy... Bueno, estoy, que ya es algo.

All you need is love.

Amor. Así la llamaba cada vez que la tenía cerca. Siempre me preguntaba porque la llamaba así y yo sonreía. ¿Por qué? No lo sé, porque el verdadero significado del amor lo llevas grabado en los ojos, en los labios. En ti. Amor...Amor era verte bailar. Eso sí que era amar a rabiar. Amor era bailar con otras y soñar que lo hacía contigo. Amor era buscarte durante años, sin saber que era exactamente lo que quería y darme cuenta de que eras tú al verte por primera vez. Amor era decirte que te quería cuando tú me gritabas que me muriera. Amor era abrazarte y sentirte hasta en el rincón más alejado de mi alma. Amor era recorrerme la ciudad de punta a punta solo para decirte que te he echado de menos, que te necesito, que no sé vivir si no estás tú. Amor era dejarme las manos golpeando las paredes porque tú no me hablabas. Amor era volverme loco cuando te veía pasarlo mal. Amor era hacértelo lento. Amor era estar a tu lado y que me sobrara el mundo entero. Amor... Amor eras tú.




Despertar y ver que aún estás.

Hoy tengo ganas de hablar, de contar, de relataros la vida que se me escapa de las manos con cada día que pasa.
Quiero deciros que es verdad que vivir, más que una opción, es una obligación. Vivir, vivimos todos, pero cada uno tiene su razón de ser, de existir, de seguir levantándose por las mañanas, saltar de la cama y comerse el mundo, al mundo entero. 
La mía, mi gran razón de existir, siempre tendrá nombre y apellidos, unos ojos claros y una sonrisa de escándalo. Mi motivo de luchar sigue llamándome "princesa" a pesar de todos esos años que lleva observándome dormir, reír, llorar, saltar, discutir.
¿Sabéis de esas veces que estás borracha perdida y haces todo eso que no te atreves a hacer cuando estás sobria? Así estaba yo la noche que lo conocí. No fue una noche de esas románticas, pastelosas y todo eso, para que mentir. Fue más bien el revolcón de una noche. No sé si habéis sentido alguna vez esa sensación de ver a una persona y necesitar, no digo querer, digo necesitar, empotrarla contra la pared y hacerlo ahí mismo. Así fue como me sentí yo cuando lo vi por primera vez y eso fue lo que le dije. Así, sin más. Borracha como una cuba me dio igual irme y decirle que lo empotraba allí mismo. Y más bien fue al contrario. 
Y no sé que pasó, solo fue una noche y sin embargo sientes como tu mundo, todo lo que conocías, todo lo que habías vivido, se ordena y todas las piezas de tu compleja existencia sin sentido empiezan a encajar en su lugar. 
De esa manera terminó convirtiéndose en lo mejor de mí, en el motivo más importante para luchar, levantarme y comerme el mundo. O a él. Que viene siendo lo mismo.