domingo, 10 de junio de 2012

Morir despacio

Hoy vengo con la intención de haceros comprender algo. Quiero que comprendáis que un final de algo, no significa necesariamente el final de toda tu vida. Finales hay siempre, a todas horas. Nadie ha muerto por amor, pero sí que hay gente muerta en vida. Yo he perdido a numerosos seres queridos. Numerosos amores que se fueron por el desagüe de cualquier tubería de cualquier lugar. Tantas y tantas lágrimas desaprovechadas. Pero desde luego lo peor, es perder a alguien porque se apaga. Porque se muere. Y ya no hay vuelta atrás. Porque se va para siempre y ya no vuelves a verla sonreír nunca más. Perder a alguien a quién amas y que tu mundo se despedace a trozos cada dos minutos. He conocido gente maravillosa. Espléndidas. Eran mi ejemplo a seguir. Gente felices que se miraban y lo decían todo sin palabras. Peleaban, como todos, pero nunca dejaron de estar juntos. Era increíble ver como sus besos eran de verdad, de los de amor, de los de cosquilla en la barriga y que sabes que ellos tendrán futuro. Pero sin embargo, nuestro amigo el destino, nos juega una mala pasada. Nos quita eso que tanto amamos y todo se va a la mierda. Ella se fue... Y él se quedó destrozado. Sigue destrozado. Sus ojos han cambiado, su vida ya no vale nada, y yo muero cada vez que lo veo así. Y lo peor es que no puedo hacer nada, porque él no quiere saber nada. Sus ojos verdes, están grises. Y yo siento que se muere a cada paso que da. Sus latidos ya no se regulan como antes.