martes, 15 de mayo de 2012

Tenemos un rumbo y hay que saber seguirlo.

¿Qué puedo decirte a ti? Lo único que puedo decirte es que te levantes. Que luches por una vida nueva, que seas feliz, que lo mereces. ¿Lo sientes? No lo sientas, no tuviste la culpa. El destino te cogió desprevenida, nada más. ¡Vamos, levanta! La cama es un buen lugar cuando se comparte con otra persona, y por el momento, la tuya, es un lugar bastante frío. Vete lejos. Olvida y cuando vuelvas que sea con una sonrisa del tamaño de la Giralda. 
Todos conocemos los efectos del ''Mal del corazón roto'', pero no te preocupes, no dura eternamente. ¿Sabes? Aunque creas que es mentira, algún día encontrarás a otro que te haga feliz, aunque ahora parezca imposible. Alguién que te haga soñar y que haga tan feliz como yo un día te hice a ti. 
No soy ningún hipócrita. Yo soy el que te ha hecho daño, o bueno, más bien mi corazón que ya no puede quererte como tú quieres. Y cómo soy yo la causa de tus lágrimas, por eso estoy aquí, para decirte que no es el fin del mundo. Encontrarás a otro, estoy seguro. Y volveremos a ser amigos, o por lo menos, a sonreírnos cuando nos encontremos por la calle. Hemos compartido muchas cosas, tanto bonitas como malas, por eso te conozco. No sufras, relajate, y piensa que hay muchos otros ahí afuera que sueñan con tus labios, y que piensan que soy un maldito gilipollas por dejarte marchar.
¿No te encantaría volver a tocar con tus manos el cielo? Espera, ¿recuerdas esa sensación, verdad? Claro. ¿Cómo ibas a olvidarla? Es algo maravilloso, algo dulce. Es imposible de borrar de la mente. Tú y yo hemos tocado miles de veces ese inmenso cielo que nos protege cada noche.
Vive, sueña y ríe. No merece la pena llorar por nadie, ni siquiera por mí.