miércoles, 10 de abril de 2013

Maldita dependencia de ti.

Maldigo todas esas noches en vela pensando en todo y, al mismo tiempo, en nada. Maldigo mi suerte cuando estás cerca y mi mala suerte cuando estás demasiado lejos. Maldigo mis días mirando la pantalla del móvil esperando una llamada, un mensaje, algo que me diga que te acuerdas de mí. Maldigo mis impulsos y mis suspiros perdidos entre tus labios. Maldigo todas esas veces en las que bailando perdí el control, la razón y la puta responsabilidad. Maldigo los días de lluvia, mojándonos en medio de la calle porque ninguno de los dos era capaz de irse sin darnos un beso más. Maldigo el calor infernal de tu cama, de tus sábanas, de tu cuerpo pegado al mío. Maldigo mi envidia hacía aquel cigarrillo que se consumía en tu boca, entre tus dedos. Maldigo aquella botella que nos bebimos en tu habitación. Maldigo mis ideas perdidas, mis alucinaciones, mi flaqueza cuando estabas tan cerca que casi podía morderte. Maldigo tus mordiscos, tus dientes clavados en mi cuello, en mi culo, en mis brazos. Maldigo aquella jodida canción que cantabas en el coche. Maldigo la parte trasera de tu coche. Maldigo mis ganas de ti cada vez que te tenía al lado. Te maldigo a ti. Te maldigo cada vez que te muerdes el labio y me guiñas el ojo. Maldigo tus ojos claros, tu sonrisa de idiota, tus manos expertas en desnudarme. Maldigo tu espalda, tus lunares y tu pelo. Maldigo tu cuerpo. Maldigo tu risa, música para mis oídos. Maldigo tu voz, susurrándome "te quieros". Maldigo aquellas discusiones tontas, aquellos besos apasionados, aquellas caricias furtivas bajo las sábanas. Maldigo las camas que probamos, tu coche, el escritorio, la pared, el sillón, la mesa de billar, la cocina, el baño, la ducha y todas las superficies que pervertimos con nuestros encuentros desenfrenados. Maldigo todos los días que pasamos juntos y todos los que pasamos separados. Maldigo mis celos y maldigo los tuyos. Maldigo este jodido sentimiento que a veces me mata y otras me hace vivir. Me maldigo a mí misma por sentirlo y por amarte de la manera más irracional que existe. Te maldigo porque me tienes atadas de pies y manos. Te maldigo porque soy tan tuya que no me reconozco. Jodidamente tuya. Te maldigo porque me siento vulnerable cuando te marchas, cuando tengo que conformarme con intuir que me quieres. Te maldigo porque puedes destrozarme y dejarme tan hecha polvo que ni uno de los tuyos podría recomponerme. Te maldigo mil veces y aún así daría todo lo que tengo por poder maldecirte todos los días de mi vida.