Me has hipnotizado, lo tengo que admitir. Es raro, siempre soy yo la que suele hechizar, ya que me se todos los trucos. Pero tú...Tú eres extraño. Me encantas. Llevo bastante tiempo intentando negar la realidad, porque sería demasiado fuerte que yo, sobre todo yo, me enamorara de ti. Pero la verdad, cada día pesa más. Estoy irrevocablemente enamorada de ti. Hasta el cuello por ti. No sé si ha sido tu personalidad, increíblemente madura y soñadora o tu físico, bastante imponente, que deja sin aliento al mismísimo Satanás. Y cuando me tocas...Cuando me tocas, te juro que siento la electricidad corriendo por mi cuerpo, y la adrenalina por las venas. Nunca me había sentido así. Nunca mis días han dependido de una persona. Sin embargo, me da miedo que sepas esto. Me da miedo, porque puede que tú no quieras nada conmigo. Puede que ya no vuelvas a tocarme, a mirarme o a hablarme de esa manera tan íntima y tan cómplice. Eso sí que me da miedo.
Toda esta historia me recuerda a Blancanieves, que se dejó seducir por una manzana envenenada. A mí manera, me siento igual. Siento que me he dejado seducir por una preciosa e irresistible manzana de un rojo intenso. Pero aún no la he mordido. Lo único que espero, que está manzana, por dentro, no esté rellena de veneno.