Creo que quizás fueron las circunstancias en la que nos encontramos. Tal vez fue casualidad, o tal vez el destino.
La cosa es que yo quería soledad y lo que necesitaba era lo contrario, y él lo que buscaba era dejar de estar solo y encontrar a ese alguién especial.
Me fijé en ese bar de carretera tan sucio y descuidado en el que pensé que encontraría la más remota soledad, pero me equivoqué. Y allí estaba él.
Pelo negro, ojos claros, piel morena, estaba bastante bueno y tenía una sonrisa arrevatadora.
Al principio me llamó la atención pero nada más. Pero como ''quería soledad'' no se me ocurrió nada mejor que sentarme junto a él en la barra.
Y empezamos a hablar y a beber. Me contó que buscaba a alguién especial, que estaba cansado de tantos amores pasajeros y de tantas noches de locuras.
Me fascinó su voz, para que mentir. Me volvia loca el movimiento de su boca que cada vez estaba más cera de mí.
Al final acabamos totalmente borrachos y en un motel de carretera, de estos tristes y lúgubres.
Y pasó. Sé que pasó, auque no lo recuerde muy bien.
Nos levantamos desnudos en la misma cama y con una resaca de mil demonios.
Nos vestimos sin decir palabra, sin nisiquiera atrevernos a mirarnos a los ojos, cada uno intentando recordar lo que había pasado.
Bajamos juntos las escaleras, pero muy separados, como si no nos conocieramos.
Le ofrecí llevarlo en mi coche hasta donde quiesiera que viviera, pero se negó moviendo la cabeza, sin ni siquiera mirarme o hablarme.
Lo dejé haciendo autostop y me fuí.
Sí, me fuí y lo deje hay, sin nisiquiera mirar atrás.
Y sí. Fuí la única tonta que se enamoró.
Me enamoré de él, sin nisiquiera conocerlo y sin recordar con exactitud lo que había pasado aquella noche, solo recordaba cosas confusas. Y no volví a verlo.
Hoy, al cabo de unos meses me niegó a aceptar que eso fuera solo una noche, otra más en su vida.
Me he debatido miles de veces en sí quedarme en mi casa y olvidarlo todo o salir a buscarlo y hablar con él.
He vuelto como quinientas veces al mismo sucio y lúgubre bar de carretera por si conseguía encontrarlo, pero nunca está.
Ni siquiera recuerdo su nombre.
Mi mente me dice que deje de buscarle y que asuma que fui otra más y que nunca volveré a verle, sin embargo, mi corazón dice lo contrario.