sábado, 28 de septiembre de 2013

Te quiero, idiota.

Yo solo soy si tú estás conmigo. Y si tú estás conmigo que le den al resto del mundo que yo ya soy feliz.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Hasta el más débil se vuelve fuerte cuando no le queda otra salida.

Desde que te fuiste esto estaba tan oscuro y tan deprimente que tuve que levantarme de la cama, secarme las lágrimas, abrir las ventanas y alumbrarlo todo. Sí, con una sonrisa, ganas de vivir y muchísimas luces de colores. Y sí, sin ti.
 

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Y ojalá pudiera vivir siempre anclada en el recuerdo de tu risa.

Cuando las calles se convierten en estelas de recuerdos fugaces que hacen que los ojos se te inunden, cuando no queda en casa ni un rincón, ni un lugar donde poder mirar sin verlo reflejado en él. Cuando el cielo se vuelve gris y el sol no sale ni aunque rezes por un día nuevo. 
Cuando al amor, de tanto hacerlo se le han acabado las noches mágicas y las palabras de amor susurradas en tu oído son recuerdos olvidados en el tiempo roto de una habitación con ventanas que siempre da al mismo cielo gris, a la misma noche sin estrellas, al mismo lugar inhóspito y oscuro que se ha convertido el mundo sin el sonido, sin el simple sonido, de la risa angelical que jurarías que tenía. Porque ya la recuerdas a duras penas, que triste.
Cuando al punto final de los finales ya no le quedan más puntos suspensivos para poder seguir adelante, ahí, en ese momento. En ese precioso instante que puede durar un breve pestañeo, te darás cuenta de que tu vida, aquella vida construida paso a paso, peldaño a peldaño, ha cambiado para siempre. Y que solo te queda acostumbrarte a esos jodidos cambios o vivir refugiada en un pasado que cada día duele un poco más.
  

sábado, 7 de septiembre de 2013

Más allá de todo...

Es triste eso de querer a alguien mucho más allá de todo y no saber hacerla feliz. Es triste, deprimente e incluso tiene algo de bonito. Es triste que te quiera y tú no puedas más que decirle que no puedes dar más.
Sabía cuanto te quería, amor. Lo tenía tan claro que hasta yo me asustaba de lo que sentía. Te quería, te quiero. He consumido mis horas pensando como darte más de lo que podía darte, hacerte entender que más allá del cielo, de las estrellas, de la luna y de todo, yo te quiero. Hacerte ver que yo te quiero, que te necesito pero que nunca he sabido querer a alguien. Y sigo sin saber. 
A veces necesito que me comprendas, que abras los ojos, que cuando te digo que es mejor para ti, lo entiendas y no me llores. Que te vayas por tu propio bien...y por el mío.
Mil besos. No sé, tal vez diez mil. O veinte mil. No sé, he perdido la cuenta de todos los besos que te he dado, de las veces que me he recorrido tu espalda, rezando por poder hacerte feliz, dejar de enfadarme por todo y disfrutar del mundo a tu lado. No sé, he rezado tanto que las plegarias ya me las sé de memoria. Y me duele tener que decirte que lo he intentado todo, que sigo soñando con despertar a tu lado todos los días de mi vida, pero que ya no aguanto más. Tú me vienes grande o yo te vengo pequeño. Vete tú a saber.