viernes, 7 de septiembre de 2012

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Entro en casa, apago la luz, me siento en la mesa y descorcho la botella. Como me odio cuando hago esto. Como odio que la vida sea capaz de acabar con mis propias ganas de seguir. 
El primer trago es por mí. Por todo lo que he cambiado. Yo antes no era así...Si a mí nunca me ha interesado caerle bien a nadie, todo me daba igual. Pero la gente cambia. Y yo cambié. Para mal. Deje de lado todo lo que me importaba, todo lo que quería, todo lo que necesitaba solo para ser otra estúpida marioneta, movida por la sociedad...¡Bah! no tengo ganas de ponerme sentimental. 
El segundo es por la vida, esa maldita hija de puta, que lo único que sabe hacer es poner trabas y obstáculos. Nunca he sido una luchadora innata, pero, joder, no me rendí a la primera. He luchado como nadie por alcanzar lo que quería, y al final, mira dónde he terminado.
El tercero por la gente. La gente falsa que te da la mano y cuando te das la vuelta ya te han apuñalado. Esas que te regalan sonrisas envueltas en miradas de odio profundo. Las principales responsables de mi hundimiento. Pero, tranquilos, todo se paga. 
Y lo que queda de botella es por ti. Por ti y por tus falsas promesas. Por jurarme el cielo y luego haber desaparecido como si nunca hubieras existido. Por alegrarme los días y al marcharte, dejarme sumida en esta maldita existencia a medias. Te has ido y me he quedado sola. Yo no me merecía todo eso. No merecía que me hicieras tanto daño. 
Con esta no voy a tener suficiente, mejor voy a buscar otra.
     

3 comentarios:

  1. Me gusta esta en concreto porque me he sentido tantas veces así, que llegué a pensar que ese era mi estado habitual..

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  2. Me alegro de que te guste :) Pues sinceramente, nadie debería sentirse así nunca...

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