sábado, 31 de marzo de 2012

El inmenso mundo que esconden tus ojos.

Es tu mirada, estoy segura de ello. Lo sé, lo sé, suena estúpido, pero es que es la verdad. Estoy segura de que tu mirada es la responsable de mis continuos temblores, de mis lágrimas y de mis miles de sonrisas. No me preguntes cómo es capaz de causar esos fenómenos en mi cuerpo, porque ni yo misma lo sé. Lo único que puedo decirte es que tus ojos son el espejo de tu alma. Y a la vez, de la mía, que se muere por la tuya. Tus ojos, tus ojos de un intenso color azul, reflejan todo el dolor y la alegría que vas sintiendo a cada momento. No tienen pérdida. Puedo incluso averiguar lo que te duele y lo que te incomoda. Es extraño, porque no puedes ocultar nada, ya que tus ojos te descubren. Por lo menos ante mí. 
Son los ojos de un niño. Un niño curioso, que se muere por conocer y averiguar más, con cada paso que da. Sí, tienes razón, es raro, pero puedo contarte que tus ojos, me miran y me dicen que eres como un niño grande, que vive envuelto en un halo de curiosidad, esa misma curiosidad, es la que me arrastra a querer saber más de ti, de tu vida, de tus sueños, y de tus miedos. Son esos ojos, y esa intensa mirada azul, como el cielo, lo que me hace perderme en tu cuerpo. ¿Y sabes que es lo que más me gusta de tus ojos? Que cuando me reflejo en ellos, mi imagen es diferente, distinta. Ese tono azul, me hace parecer más alegre, e incluso, más enamorada. Son tus ojos los que me inspiran, y los que me dan la fuerza necesaria, para levantarme cada día.

 

jueves, 29 de marzo de 2012

Enamórate de mí.

Si te vas a enamorar de mí, es justo que sepas de lo que te estás enamorando. Te estarás enamorando de mis inseguridades, mis enredos de dudas y mi obsesión por trartar de averiguar lo que el mundo piensa. Te estarás enamorando de mi inmadurez, de mi constante necesidad de mimos y atenciones, de mi obsesión por internet, de mi tendencia a ser demasiado empalagosa. Te estarás enamorando de mi pasado turbulento, de mis esperanzas y sueños, de mis metas inalcanzables, mis ilusiones de mujer moderna. Si te enamoras de mí, te enamorarás también de mis días de amargura, también te estarás enamorando de la forma en que mis ojos brillen cuando estoy contigo, de los mensajes que te enviaré por las mañanas, para desearte un buen día, te estarás enamorando de las cosas graciosas que digo, de las mil estupideces que inventaré para hacerte reír y de la forma en que me sonrojaré cuando me pregunten por tí. Pero para mí, lo más importante será que te estarás enamorando de mí, a pesar de que pensé que eso sería imposible. 
 

miércoles, 28 de marzo de 2012

Corazón cobarde

Todavía sigo pensando que lo nuestro fue real. Que no fue un sueño de esos que duran un suspiro. Que quizás tú algún día cojas ese maldito móvil, marques mi número, me llames y me digas que sí, que quieres volver a verme, y que fue real, que no estoy loca.
Es cierto que a veces he llegado a pensar que estoy loca. Que tal vez todo fue un sueño y que tú sólo fuiste un producto de mi imaginación, que ya no aguantaba la maldita soledad.
Desde que aquello acabó, yo estaba como dormida. Cómo si nada me importara... Estaba tan muerta, y tan sóla que me asustaba de mi propio reflejo en el espejo. Ahí fue dónde tú apareciste. En aquel bosque cerca de la villa. En ese mismo bosque, dónde la gente asegura que uno puede llegar a enamorarse. Yo lo pude comprobar en el mismo instante en que tus enormes ojos negros se encontraron con los míos apagados, sin vida. Sonreíste y me descubrí a mi misma, respondiendo a esa pequeña sonrisa tuya. 
Ese verano fue mágico. Se lleno de sueños y de ganas de amarnos. Fue imposible pasar un día sin ti, y de repente desaparezco. Me voy porque me asusto del amor. De volver a sentir aquello que un día me hizo rejuvenecer y brillar con tanta intensidad. 
Fue un error. Un maldito error. No debí separarme de ti y de tus besos. Pero para cuando me di cuenta de qué había metido la pata, ya era tarde. Tú ya no estabas. 
No quise preguntar a nadie por ti o por tu ausencia, porque nadie supo nunca de lo nuestro. De nuestros besos y caricias a altas horas de la madrugada en un bosque solitario. 
Decidí venirme a vivir aquí para intentar verte de nuevo. Para quedarme con tu recuerdo para siempre. Hace ya más de un año que estoy aquí y tú no has vuelto. 
Quizá debería ir a buscarte a otro lugar, comenzar mi búsqueda por otras tierras. No sé si te encontraré, pero puedo asegurarte que lo voy a intentar hasta que ya no me queden fuerzas en el alma. Hasta que mi corazón decida dejar de latir.
 

sábado, 17 de marzo de 2012

Incluso en medio de una tormenta veré las luces en tus ojos.

Cada tormenta trae consigo la esperanza de que por la mañana todo volverá a estar limpio de nuevo, que hasta las manchas más perturbadoras habrán desaparecido así como las dudas; sobre su inocencia o las consecuencias de su error, las cicatríces de su traición o el recuerdo de su beso. Aguardemos a que pase la tormenta esperando lo mejor, aunque en el fondo de nosotros mismos, sabemos que algunas manchas son tan indelebles que nada podrá lavarlas. 
 

Y yo que pensé que lo nuestro sería perfecto...

Siempre me pasa lo mismo. Doy todo de mí. Hasta la última gota de mi ser, por alguién, que yo pensé que haría lo mismo por mí. Que equivocada y que ciega he estado siempre. ¿De qué me sirve que me digas tantos ''te quiero'' si al final, cuándo más te necesito, te das la vuelta y te alejas? Te haces el sordo y me dejas sola. Me paso el día buscándo formas de sorprenderte, de quererte cada día más y de vivir a tu lado una eternidad, y ahora tú, cuándo más sola estoy decides desaparecer. Y yo aquí, llorando cómo una ''Magdalena'' todo el día. Pensando que mientras yo estoy así, sola, triste y hasta los ovarios de todo, tú te estás diviertiendo con MIS amigas... 
Pués lo siento, pero yo me niego. No voy a vivir de esta forma, no voy a someterme a tu voluntad nunca más. 
¿Qué los que de verdad te quieren están contigo en los buenos y en los malos momentos? Pués yo me he dado cuenta de que estoy sola. Completamente sola.
 

viernes, 16 de marzo de 2012

El bosque de los corazones dormidos.

Hay momentos que justifican una vida. Y vidas que duran un suspiro. La mía tiene sentido, amor, porque te he conocido. Recúerdalo: ''En el bosque de los corazones dormidos solo cuenta el tiempo en que se ama porque, en realidad, es el único vivido.''
 

domingo, 11 de marzo de 2012

Despierta de tu sueño, princesa.

Ella no lo mira. Se limita a esbozar una sonrisa. Amarga. Distante. Quizá decepcionada. A continuación abre la puerta de un mueble y coloca un cazo en su sitio. Así es. Hay instantes en que todo parece posible y todo puede cambiar. En que todo está al alcance de la mano. Fácil y bonito. Pero de repente llega la duda, el miedo a equivocarse y a no haber entendido bien lo que el corazón siente de verdad. Y puf. Nada. Una promesa fallida.
 

jueves, 1 de marzo de 2012

Te quiero de todas las maneras posibles e imposibles.

Amor. La palabra de este día que acaba de empezar. Amor. Tu segundo nombre. Estoy sentado a la mesa de la cocina. A buen seguro, tú estarás durmiendo. Es de noche. Mañana te dejaré esta carta bajo la puerta. Te imagino mientras sales de casa todavía medio dormida y la ves. Tus preciosos ojos se iluminan. Te agachas, la coges y la abres. Y empiezas a leerla. Y, espero, a sonreír. Una carta, una pequeña carta que trata de contener una gran historia, la nuestra. Mi agradecimiento por el modo en que haces que me sienta. No creo que dos folios sean suficientes, pero aún así lo intentaré. Porque no puedo evitarlo.
Dicen que no se puede hablar de amor, sino sólo vivirlo. Es cierto. Yo también lo creo así. Si conozco el amor es únicamente porque tú me lo has hecho vivir y respirar. Lo he aprendido contigo. Aunque después he entendido que, en realidad, no se aprende nada.
Se vive y basta, juntos, cercanos y cómplices. El amor eres tú. El amor soy yo cuando estoy contigo. Feliz. Sereno. Mejor. Todavía recuerdo la primera vez que te ví. Guapísima. En medio de la pista de esa pequeña discoteca del Trastevere. Bailabas, te movías suavemente junto a tu amiga. Llevabas un vestidito azul claro con unas hombreras finas que se balanceaban contigo. El pelo oscuro, rizado y suelto sobre los hombros. Seguías el ritmo con los ojos cerrados. Te vi y de golpe no pude dejar de mirarte. Mis amigos querían cambiar de local, pero yo quise quedarme. Me precipité a la barra del bar, pedí dos bebidas, me deslicé entre la gente con los vasos en alto para que nadie pudiese darles un golpe, y me acerqué a ti de espaldas mientras bailabas. Tu amiga se dio cuenta, te hizo un gesto con la barbilla y tú te volviste. De cerca eras aún más guapa. Te sonreí y te ofrecí uno de los vasos. Al principio pusiste cara seria, hiciste una especie de mueca, pero luego me sonreíste. Aceptaste el vaso y brindamos, dos desconocidos en medio de una pista de baile. Después hablamos. No sólo eras guapa, también simpática. A medida que te he ido conociendo he ido descubriendo tus mil cualidades. Soy un hombre afortunado. Mucho. Y cuando pienso en todo lo que hemos hecho juntos, sonrío de felicidad. Nuestras minivacaciones en Londres, cuando cogimos el avión el viernes y regresamos el domingo. Los locos paseos por el Soho, la cena, hacer el amor en ese parque a riesgo de ser descubiertos. Y reír. E intentar hablar bien el inglés. Y meter la pata. Y luego, la ves que fuiamos a Stromboli, en que caminamos cogidos de la mano por esos callejones estrechos y flanqueados por unas casas blancas y bajas, preciosas, llenas de plantas y de flores. Y la subida al volcán. Y las cenas de pescado en las terrazas de los pequeños restaurantes. Y la risa que me entró cuando te subiste a ese burro que se hacía el sueco cada vez que querías que doblase a la izquierda, y tú con esa cara tan cómica, un poco desesperada, propia del que se rinde. Y de nuevo nuestras veladas románticas, nuestros paseos hasta altas horas de la noche en los que jamás nos aburríamos, siempre teníamos mil cosas que decirnos y que contarnos. Después nos besábamos de repente y sentía la suavidad de tus labios, apenas cubiertos por ese brillo con sabor a fruta que tanto te gusta. Cualquier noche, incluso la más sencilla, resulta especial contigo. No hace falta nada. Poco importa dónde estemos, a mí me parece siempre una fiesta. E incluso cuando reñimos, en contadas ocasiones, a decir verdad, en el fondo me diviertes. Porque dura poco y después hacemos siempre las paces.
Tengo mil recuerdos esplédidos de ti. A medida que pasa el tiempo me enamoro más y más de ti. Más de lo que creía posible. Te quiero cuando sonríes. Te quiero cuando te conmueves. Te quiero mientras comes. Te quiero el sábado por la noche cuando vamos al pub. Te quiero el lunes por la mañana, mientras sigues somnolienta. Te quiero cuando cantas a voz en grito en los conciertos. Te quiero cuando nos despertamos juntos por la mañana y no encuentras las zapatillas para ir al baño. Te quiero bajo la ducha. Te quiero en la playa. Te quiero por la noche. Te quiero al atardecer. Te quiero a mediodía. Te quiero ahora mientras lees mi carta, y quizá te preguntarás si no estoy un poco loco. Y no te equivocas. Y, ahora, arréglate. Sal. Vive tu día. Disfruta de mi pensamiento que trata de arrancarte una nueva sonrisa para verte resplandecer con toda tu belleza.