Me miras y ahí es cuando me doy cuenta de lo importante que has llegado a ser en mi vida, de tu imponente sonrisa, que ya no me pertenece. Me di cuenta de que eran tus manos las que movían mis hilos y que ahora que no estás, no tienen vida y se mueven sin gracia, automáticas. Todavía siento el cosquilleo en la barriga, cuándo me miras, sonríes y me ignoras. Reconozco que, fue algo extraño, que todavía me duele que creas que estoy bien, que ya no me importas y que pasé página tan rápido cómo tú. También he de decir que, cuando quiero, soy una gran actríz. Se fingir perfectamente que soy feliz, que llevo una vida increíble, cuando la realidad es tan diferente que hasta yo misma me asombro. La soledad es mi única amiga fiel, desde que todo se acabó. Me miro en el espejo y ya no me veo, lo único que logro ver es el reflejo de un pasado cada vez más lejano, una sonrisa olvidada en la comisura de mis labios, un valle de lágrimas escondido bajo mis párpados, algo que cada día se empeña en recordarme que tú no estás y eres feliz, todo lo contrario que yo. En estos momentos es cuando me enfado y mando a la mierda todo, me encierro sola y me pongo a escribir como si no hubiera un mañana. Escribir. Todo lo que pienso de ti, de mí, de lo nuestro que está muerto. Escribo sobre el futuro, que ya no existe, sobre lo jodidamente sola que me siento, sin ti. Y sin embargo, hago de tripas corazón y te hablo, te escucho tus miles de sueños que tienes junto a ella. Bromeo sobre nuestra historia, tragándome todo lo que pienso y volviendo la cara, cada vez que se me escapa una lágrima. Para que tú no lo notes, para que no lo sientas, para que no pienses que yo te echo de menos. Joder, joder, JODER. Cuántas noches me he perdido en la profundidad de tus ojos celestes. Cuántos ''te quieros'' te he dicho. Cuántos besos se me han escapado en la penumbra de tu habitación...Y cuántas lágrimas he derramado yo, por tu ausencia.
Pero eso acabó. Tan rápido como empezó. He hecho hasta lo imposible por olvidarte, por que me dejes de importar y poder enamorarme de otro. Otro que me haga feliz. Por las sábanas de mi cama, han pasado tantos, que ya no recuerdo sus nombres. Ha sido inútil. No he conseguido borrar de mi mente tus besos. Al final lo dejé, porque me di cuenta que ninguno me hacía sentir ni la cuarta parte que sentía contigo.
Te quiero, y eso, nadie lo podría cambiar.
Pero, ¿sabes que es lo peor de todo? Que mi habitación huele a ti. Sí, exactamente de esa manera. A madreselva, a jazmín. A bosque salvaje. A algo prohibido. A lo mismo que sabían tus besos y a la misma sensación que dejaron tus caricias.
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