Felicidad. Una de mis palabras favoritas.Una de las grandes emociones que ahora mismo siento.
Y uno de los grandes motivos eres tú.
No sabría explicarte con palabras lo mucho, muchísimo que me importas; además que las palabras se las termina llevando el viento y eso es justamente lo que no quiero que ocurra.
Pero cómo bien dijiste tú una vez, entre tú y yo sobran las palabras.No hacen falta.
Con simples gestos y miradas nos entendemos.
Quería agradecerte, una vez más, todo lo que haces por mí y todo lo que significas en mi vida.
Y que gracias a ti encontré el camino. Ese camino que tanto me ha costado encontrar.
El camino a la Felicidad; tiene obstáculos, como todos, pero contigo sé me hace más fácil y llevadero esquivarlos y seguir adelante.
Gracias, porque hoy soy feliz y tú eres el motivo.
martes, 21 de junio de 2011
domingo, 19 de junio de 2011
Le pongo fin a todo esto.
Una vez más me he vuelto a equivocar. Sí, he metido la pata hasta el fondo.
¿El problema? He intentado transformar amista en amor y una vez más me ha salido mal.
No quería sufrir más y necesitaba a alguién a mi lado. Y él siempre estaba ahí.
No era mi mejor amigo pero me entendía cuando estaba mal.
Fuí tonta, es cierto, pero ¿qué más da? La cagué y ya no hay vuelta atrás.
Estoy sopesando algunas ideas como la de arrancarme el corazón de un solo tirón para dejar de sentir, porque realmente lo necesitó.
No quiero volver a liarla de esta forma, ¿pero que le hago? Soy así de ímbecil y de subnormal.
¿El problema? He intentado transformar amista en amor y una vez más me ha salido mal.
No quería sufrir más y necesitaba a alguién a mi lado. Y él siempre estaba ahí.
No era mi mejor amigo pero me entendía cuando estaba mal.
Fuí tonta, es cierto, pero ¿qué más da? La cagué y ya no hay vuelta atrás.
Estoy sopesando algunas ideas como la de arrancarme el corazón de un solo tirón para dejar de sentir, porque realmente lo necesitó.
No quiero volver a liarla de esta forma, ¿pero que le hago? Soy así de ímbecil y de subnormal.
jueves, 16 de junio de 2011
Dos caminos; dos decisiones.
A lo largo de esta vida nos vamos a ir encontrando con distintas opciones y tener que tomar decisiones tan importantes que puede hasta cambiar el curso de las cosas.
Tomar una sola decisión en un momento determinado puede hacer mucho daño y más si pasado un tiempo te arrepientes.
Yo ya pasé por eso y estoy segura de que volveré a pasar...Y no, no quiero tener que elegir entre dos caminos, dos opciones, dos personas, dos sentimientos y si me equivoco, perderlo todo.
Hay que saber elegir bien e intentar no arrepentirse nunca de lo que se ha elegido.
Equivocarte o triunfar está en ti; tú decides que camino elegir.
Tomar una sola decisión en un momento determinado puede hacer mucho daño y más si pasado un tiempo te arrepientes.
Yo ya pasé por eso y estoy segura de que volveré a pasar...Y no, no quiero tener que elegir entre dos caminos, dos opciones, dos personas, dos sentimientos y si me equivoco, perderlo todo.
Hay que saber elegir bien e intentar no arrepentirse nunca de lo que se ha elegido.
Equivocarte o triunfar está en ti; tú decides que camino elegir.
domingo, 12 de junio de 2011
Loca se nace; no se hace.
Si tuviera que contar todas las veces que me han llamado loca creo que ahora mismo me habría quedado sin números para contar.
Pero me da igual, ¿qué estoy loca? Pues me siento orgullosa de ello.
Me siento orgullosa de estar loca, felíz y viviendo cada segundo de esta pequeña vida.
Llamamé loca, irresponsable, éxcentrica, extrovertida... Llamamé como quieras.
La cosa es que yo soy felíz y me paso todo lo que me dicen por el mismo sitio, porque no me importa nada y me da igual todo.
Soy egoísta, es verdad; solo me preocupo por mí misma,porque si no lo hago yo, ¿quién lo va a hacer?
Y creo que sí de algo estoy pecando es de estar tan felíz y de que todo haya dejado de importarme.
Me gusta esto de estar loca y de no hechar cuenta a nada ni nadie.
Creo que todavía me quedan unos cuántos años más así, por lo menos hasta los 30. ;)
Pero me da igual, ¿qué estoy loca? Pues me siento orgullosa de ello.
Me siento orgullosa de estar loca, felíz y viviendo cada segundo de esta pequeña vida.
Llamamé loca, irresponsable, éxcentrica, extrovertida... Llamamé como quieras.
La cosa es que yo soy felíz y me paso todo lo que me dicen por el mismo sitio, porque no me importa nada y me da igual todo.
Soy egoísta, es verdad; solo me preocupo por mí misma,porque si no lo hago yo, ¿quién lo va a hacer?
Y creo que sí de algo estoy pecando es de estar tan felíz y de que todo haya dejado de importarme.
Creo que todavía me quedan unos cuántos años más así, por lo menos hasta los 30. ;)
martes, 7 de junio de 2011
Adicción.
Adicción. Algo más fuerte que el amor que nos hace perder la cabeza.
Reconosco que yo siempre he pensado que la adicción era difícil de sentir pero estaba muy equivocada.
Al principio pensé que era amor. Amor del fuerte, del que se te clava en el corazón y cuando sufres, te duele hasta los huesos.
Pero no. Era algo más. Algo mucho más fuerte, que me hacía quedarme embobada en su cara cada vez que lo tenía cerca, que pensará en él tanto de día como de noche hasta en sueños, que deseara tus besos cada vez con más ganas, que supìera exactamente el color de tus ojos y de tu pelo, que reconociera tu figura incluso a kilómetros de distancia, que entre más de mil perfumes reconociera el tuyo, los distintos tonos de voz que utilizas cuando esta cabreado o cuando esta de muy buen humor, que me pareciera encantador hasta el movimiento de su pelo, que su sonrisa me dejara sin aliento, que cuando me tocaba me ardía la piel, que cuando me abrazaba me moría porque sé que sabía que yo lo necesitaba... Todo eso me hizó darme cuenta de la realidad. De que no era amor. No, era más que eso. Era una gran adicción.
Reconosco que yo siempre he pensado que la adicción era difícil de sentir pero estaba muy equivocada.
Al principio pensé que era amor. Amor del fuerte, del que se te clava en el corazón y cuando sufres, te duele hasta los huesos.
Pero no. Era algo más. Algo mucho más fuerte, que me hacía quedarme embobada en su cara cada vez que lo tenía cerca, que pensará en él tanto de día como de noche hasta en sueños, que deseara tus besos cada vez con más ganas, que supìera exactamente el color de tus ojos y de tu pelo, que reconociera tu figura incluso a kilómetros de distancia, que entre más de mil perfumes reconociera el tuyo, los distintos tonos de voz que utilizas cuando esta cabreado o cuando esta de muy buen humor, que me pareciera encantador hasta el movimiento de su pelo, que su sonrisa me dejara sin aliento, que cuando me tocaba me ardía la piel, que cuando me abrazaba me moría porque sé que sabía que yo lo necesitaba... Todo eso me hizó darme cuenta de la realidad. De que no era amor. No, era más que eso. Era una gran adicción.
miércoles, 1 de junio de 2011
Mente VS Corazón.
Creo que quizás fueron las circunstancias en la que nos encontramos. Tal vez fue casualidad, o tal vez el destino.
La cosa es que yo quería soledad y lo que necesitaba era lo contrario, y él lo que buscaba era dejar de estar solo y encontrar a ese alguién especial.
Me fijé en ese bar de carretera tan sucio y descuidado en el que pensé que encontraría la más remota soledad, pero me equivoqué. Y allí estaba él.
Pelo negro, ojos claros, piel morena, estaba bastante bueno y tenía una sonrisa arrevatadora.
Al principio me llamó la atención pero nada más. Pero como ''quería soledad'' no se me ocurrió nada mejor que sentarme junto a él en la barra.
Y empezamos a hablar y a beber. Me contó que buscaba a alguién especial, que estaba cansado de tantos amores pasajeros y de tantas noches de locuras.
Me fascinó su voz, para que mentir. Me volvia loca el movimiento de su boca que cada vez estaba más cera de mí.
Al final acabamos totalmente borrachos y en un motel de carretera, de estos tristes y lúgubres.
Y pasó. Sé que pasó, auque no lo recuerde muy bien.
Nos levantamos desnudos en la misma cama y con una resaca de mil demonios.
Nos vestimos sin decir palabra, sin nisiquiera atrevernos a mirarnos a los ojos, cada uno intentando recordar lo que había pasado.
Bajamos juntos las escaleras, pero muy separados, como si no nos conocieramos.
Le ofrecí llevarlo en mi coche hasta donde quiesiera que viviera, pero se negó moviendo la cabeza, sin ni siquiera mirarme o hablarme.
Lo dejé haciendo autostop y me fuí.
Sí, me fuí y lo deje hay, sin nisiquiera mirar atrás.
Y sí. Fuí la única tonta que se enamoró.
Me enamoré de él, sin nisiquiera conocerlo y sin recordar con exactitud lo que había pasado aquella noche, solo recordaba cosas confusas. Y no volví a verlo.
Hoy, al cabo de unos meses me niegó a aceptar que eso fuera solo una noche, otra más en su vida.
Me he debatido miles de veces en sí quedarme en mi casa y olvidarlo todo o salir a buscarlo y hablar con él.
He vuelto como quinientas veces al mismo sucio y lúgubre bar de carretera por si conseguía encontrarlo, pero nunca está.
Ni siquiera recuerdo su nombre.
Mi mente me dice que deje de buscarle y que asuma que fui otra más y que nunca volveré a verle, sin embargo, mi corazón dice lo contrario.
La cosa es que yo quería soledad y lo que necesitaba era lo contrario, y él lo que buscaba era dejar de estar solo y encontrar a ese alguién especial.
Me fijé en ese bar de carretera tan sucio y descuidado en el que pensé que encontraría la más remota soledad, pero me equivoqué. Y allí estaba él.
Pelo negro, ojos claros, piel morena, estaba bastante bueno y tenía una sonrisa arrevatadora.
Al principio me llamó la atención pero nada más. Pero como ''quería soledad'' no se me ocurrió nada mejor que sentarme junto a él en la barra.
Y empezamos a hablar y a beber. Me contó que buscaba a alguién especial, que estaba cansado de tantos amores pasajeros y de tantas noches de locuras.
Me fascinó su voz, para que mentir. Me volvia loca el movimiento de su boca que cada vez estaba más cera de mí.
Al final acabamos totalmente borrachos y en un motel de carretera, de estos tristes y lúgubres.
Y pasó. Sé que pasó, auque no lo recuerde muy bien.
Nos levantamos desnudos en la misma cama y con una resaca de mil demonios.
Nos vestimos sin decir palabra, sin nisiquiera atrevernos a mirarnos a los ojos, cada uno intentando recordar lo que había pasado.
Bajamos juntos las escaleras, pero muy separados, como si no nos conocieramos.
Le ofrecí llevarlo en mi coche hasta donde quiesiera que viviera, pero se negó moviendo la cabeza, sin ni siquiera mirarme o hablarme.
Lo dejé haciendo autostop y me fuí.
Sí, me fuí y lo deje hay, sin nisiquiera mirar atrás.
Y sí. Fuí la única tonta que se enamoró.
Me enamoré de él, sin nisiquiera conocerlo y sin recordar con exactitud lo que había pasado aquella noche, solo recordaba cosas confusas. Y no volví a verlo.
Hoy, al cabo de unos meses me niegó a aceptar que eso fuera solo una noche, otra más en su vida.
Me he debatido miles de veces en sí quedarme en mi casa y olvidarlo todo o salir a buscarlo y hablar con él.
He vuelto como quinientas veces al mismo sucio y lúgubre bar de carretera por si conseguía encontrarlo, pero nunca está.
Ni siquiera recuerdo su nombre.
Mi mente me dice que deje de buscarle y que asuma que fui otra más y que nunca volveré a verle, sin embargo, mi corazón dice lo contrario.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)